Pedro León, Director Creativo
Podría tomar la ruta fácil y escribir una oda a la paternidad. Pintarme a mí mismo como una especie de Bandit Heeler de carne y hueso ?, sorprendiendo a mis dos niñas cada día. El Papá más cool del mundo ?. Y encima, publicista con el letrero de “creativo” bien colgado al frente.
También podría recurrir al cliché del padre sufrido ?, el hombre que se esfuerza y se entrega por completo ? para lograr el nobilísimo objetivo de que su descendencia alcance su máximo potencial ?. Y si eso no fuera suficiente, lo hace mientras lidia con la estresante industria del marketing ?.
Pero, al igual que en la vida y en la publicidad, en la paternidad no existen los absolutos. No todo es felicidad absoluta ?, ni siempre podemos esperar el fracaso.
Ser padre es ir un día a la vez ? en esa campaña para la que no recibimos brief, sabiendo que lo que funcionó ayer probablemente hoy no tendrá el mismo efecto. Es entender que los gustos e intereses de tu “público objetivo” ? van a cambiar antes de que te des cuenta: un día amarán los camiones ?, luego a las princesas ?, tal vez pasen por una etapa confusa con los dinosaurios y después decidan que quieren ser gimnastas ?… Para, en unos meses, olvidarse de eso y encontrar una nueva pasión en la que también te volverás experto.
Es vivir con muchas certezas, pero aún más incertidumbres. Porque estás totalmente seguro de que no hay un sonido en este mundo que se compare con las risas y los juegos de tus hijas ?. Pero a veces necesitas hacerles entender que el silencio ? es un recurso preciado cuando tienes una videoconferencia con un cliente. Sabes que cada minuto junto a ellas es precioso y desearías que las tardes tuvieran un par de horas más para poder vivir más cosas juntos. Y, al mismo tiempo, hay días en los que ruegas que se duerman temprano ? para poder terminar la presentación que necesitas entregar a primera hora al día siguiente.
Al final del día, la parte del profesional y del padre se parecen tanto sin que te des cuenta: tratas de seguir “el proceso” ?, pero siempre lo ignoras por vivir a prisa. Te sientes el mejor y el peor al mismo tiempo. Intentas predicar con el ejemplo, pero rompes tus propias reglas un par de minutos después para arrancarles una sonrisa.
Siempre que me preguntan “¿Cómo se siente ser papá?” digo lo mismo: es algo 100% Satisfactorio ? y 0% Recomendable ❌. Es un acto de arrojo en el que nunca sabemos qué vendrá después. Perderte de muchas cosas y a la vez descubrir de nuevo el mundo a través de los ojos de un pequeño ser. Volverte, sin quererlo, un experto en tendencias viendo lo que se empieza a poner de moda entre sus compañeros de grupo.
Y a pesar de la seguridad con la que digo esa cifra, sé que miento. Porque ¿cómo no voy a recomendar tener como mejores amigas a las niñas más divertidas del universo? ¿Cómo va a ser totalmente satisfactorio la angustia que se siente cuando se enferman o les va mal en la escuela? Y eso es lo mejor de todo. Porque el amor no se puede medir con cifras, y tal vez lo único que se pueda medir con exactitud sean los latidos de mi corazón al momento de ser papá y hacerlo totalmente orgulloso.