
por Jimena Quintero
Trainee de Cuentas Digitales
Desde pequeña, siempre fui una niña muy creativa, y mi mamá me decía que estaba destinada a crear. En primaria y secundaria pasé momentos muy agradables: cumplía con todas mis tareas, participaba en clase y realmente disfrutaba aprender. Sin embargo, cuando llegué al tercer año de secundaria, tuve que tomar una decisión muy importante: ¿hacia dónde iba a comenzar a orientar mi vida? ¿Qué quería aprender?
Después de pensarlo y platicar con mi almohada, decidí estudiar Mercadotecnia como mi carrera técnica. Durante esos tres años sólo confirmé lo que desde mi primera clase supe: mi destino eran las ciencias sociales. Fue así que, sin pensarlo mucho, entregué mis papeles para estudiar Relaciones Comerciales como carrera universitaria.
Cuando logré pasar el examen, sentí una mezcla de emociones. Lo había conseguido, pero comenzaría a estudiar completamente en línea debido a la pandemia. A pesar de que amaba mi carrera, me sentía estancada. No teníamos prácticas: solo encendía la computadora, tomaba clases y nada más. No conocía a mis profesores ni a mis compañeros en persona, ni siquiera había podido sentarme en una banca de mi universidad.
Así fue durante dos años, hasta que se dio el aviso de que regresaríamos a clases presenciales. Esa fue una de las mejores noticias que pude recibir. Desafortunadamente, la pandemia me había afectado mucho. Al regresar, me volví muy introvertida. Ya no disfrutaba participar, dar mi opinión ni aportar ideas creativas a mis trabajos. Simplemente, ya no era yo. Incluso llegué a cuestionarme si me había equivocado de carrera.
Después de algunas semanas, fui recuperando todo lo que había perdido y comencé a disfrutar mi carrera nuevamente. Pero dentro de mí siempre hubo una gran inquietud. Pensaba: “Recuperé mi confianza, el amor por las relaciones comerciales, y otra vez me gusta crear, pero… ¿y si en el mundo laboral no puedo lograrlo? ¿Será igual un brief escolar que uno de una marca real? ¿Las parrillas de contenido se bajarán igual? ¿Los debates en clase se parecerán a las juntas laborales?”
Eran preguntas que me hacía constantemente, hasta que un día decidí quitarme el miedo y postularme a Licuadora Group.
Entrar a Licuadora Group fue un parteaguas en mi vida. Recuerdo perfectamente mi primer día: estaba tan nerviosa como emocionada. No sabía con qué me iba a encontrar, pero tenía claro que estaba lista para aprender. Desde el principio, me encontré con un equipo lleno de energía: personas talentosas y auténticas que no solo sabían mucho, sino que también estaban dispuestas a compartirlo.
Poco a poco, fui entendiendo cómo se transforma la teoría en acción. Me enfrenté a retos que me hicieron salir completamente de mi zona de confort, pero también descubrí que eso era justo lo que necesitaba. Aprendí a confiar en mis ideas, a equivocarme sin miedo y a resolver con creatividad. Me di cuenta de que sí, los briefs en el mundo real pueden ser muy distintos a los de la escuela, pero también mucho más emocionantes.
Hoy, como trainee, me emociona cada proyecto, cada junta, cada nuevo aprendizaje. Estoy rodeada de personas que me inspiran y que han sido clave en este camino. Si algo me ha enseñado esta etapa, es que el cambio, aunque a veces da miedo, también puede ser maravilloso.