
Por Misael Gudiño
Coordinador Administrativo Producción
Todos los días, a través de pequeñas o grandes decisiones, enfrentamos transformaciones. Algunas las buscamos, mientras que otras se presentan sin previo aviso. El cambio es inevitable y, sin embargo, es uno de los aspectos más desafiantes de nuestra existencia. ¿Por qué nos cuesta abrazar la incertidumbre que trae consigo? ¿Qué sucede cuando permitimos que el temor nos controle?
El miedo al cambio no es exclusivo de unos pocos. Todos hemos experimentado esa sensación incómoda cuando las circunstancias nos empujan fuera de nuestra zona de confort. Este temor no debe ser un obstáculo; puede convertirse en el impulso para crecer. El miedo nace de lo desconocido, y lo que está por venir genera incertidumbre. No obstante, si lo interpretamos como una señal de que estamos a punto de emprender algo nuevo, podemos usarlo a nuestro favor. Cambiar implica abandonar lo familiar, pero es este proceso el que nos permite aprender, adaptarnos y mejorar. Sin cambio, no hay progreso.
Aunque el cambio pueda traer dificultad, también nos enseña lecciones valiosas. Nos obliga a pensar de manera diferente y descubrir nuestras fortalezas y debilidades, impulsándonos a evolucionar. Algunas estrategias que me han ayudado a transformar el miedo en una fuerza positiva son: aceptar que el miedo es natural, cambiar nuestra perspectiva para verlo como una oportunidad, establecer metas claras para reducir la ansiedad, rodearnos de apoyo, y celebrar cada avance.
Aplicar estas estrategias me ha permitido enfrentar la incertidumbre y fortalecer mis capacidades. Las personas que abrazan el cambio suelen ser las que encuentran su lugar en el mundo, no porque su vida sea perfecta, sino porque entienden que la transformación les permite construir una existencia más satisfactoria.
Enfrentar el cambio no significa eliminar el miedo, sino transformarlo en una oportunidad. El miedo es una señal de transición, y al desafiar lo desconocido, descubrimos un poder interior que emerge cuando nos atrevemos a salir de nuestra zona de confort. En Licuadora, experimentamos el miedo al cambio el año pasado al implementar una nueva plataforma administrativa. La incertidumbre y la ansiedad iniciales nos hicieron cuestionar si podríamos adaptarnos, pero pronto reconocimos que este proceso también traía oportunidades de mejora.
A medida que nos familiarizamos con la plataforma, el miedo se transformó en aprendizaje. Con metas claras, el apoyo de un equipo especializado y la celebración de cada pequeño avance, conseguimos avanzar de manera efectiva. El miedo al cambio es un desafío real, pero también es una oportunidad para crecer, tanto a nivel personal como organizacional. Con comunicación efectiva y una cultura abierta, podemos lograr una transición más fluida, donde el cambio no solo transforma procesos, sino también crea un ambiente laboral más dinámico y adaptable.